martes, 12 de mayo de 2009

El Sueño de Uriel

El Sueño de Uriel Maeterlinkt

(cuarto ejemplar del 9 de mayo de 2009)

por Ariel von Kleist



“Cansado estoy de mi gemido,
baño en llanto cada noche mi lecho,
mi cama con lágrimas disuelvo.”
( Psalm. 6,7 )



A)

Mi vida onírica ha ido tomando forma. Fue plasmándose una cosmovisión. Se ha incorporado a mi ser, a tal punto que puedo visualizar a partir de ella misma toda clase de imágenes. Pero en este momento, en el que me perderé en el abismo sin fondo de una noche de sueño, como pregustando la muerte, estoy ante mi obra “El Christo Blanco”. En contraste sobre mis trabajos con el “Cristo Negro”, veo el negativo; tal como veía Frodo, “El Señor de los Anillos” a los jinetes negros que venían tras el anillo. Veía horribles fantasmas blancos, aclarados por la fuerza del anillo de poder.
Cómo no poder traer a la memoria aquel pensamiento del filósofo francés y tomista Jacques Maritain, que acusaba a Descartes de dedicarle pocas horas diarias a la metafísica. En nuestros días, la filosofía ha tenido que ceñirse de un metalenguaje para poder ser comunicable. Pero la ruptura más fuerte se está dando con la obra de José Pablo Feinmann, que llama “La filosofía y el barro de la historia” a una serie de clases que comienzan donde todos señalan el inicio de la modernidad. Sí, al filósofo cartesiano, y, a analizar la importancia y las implicancias de su descubrimiento elucubrado de manera oscura, dando por descartadas las realidades más evidentes, y quedándose con una idea que lo lleva al encierro del yo, del “yo pienso”.

Para seguir en la línea argentina, Agustín T. de la Riega, muestra con una facilidad inusitada que en cada una de mis actividades que realizo, en el quiero, en el amo, en el deseo, en cada cosa, por más nimia que sea, se me hace patente que soy, y que soy en relación a un mundo que me circunda. José Ortega y Gaset establece que es en el “darse cuenta”, o sea en la actividad de filosofar, en ese acto supremo cuando el simple hecho de existir es filosofía; pero además la existencia con la misma relación al mundo que se me presenta con su realidad, es la vida, y que el pensar es entonces Razón vital.
Pero, en “mi mundo privado”, detrás de la puerta de mi habitación, se hace patente ante los ojos un sueño suave y sereno. No es de color rozado, pues en su preparación hay previamente una indicación médica de psicofármacos, que regulan algo que los psiquiatras llaman “neuro-
transmisores”. Surge así un delicado equilibrio, que induce a sumer-
girme en las edulcoradas aguas de la vigilia de la noche, donde no hay un color en especial. Todos son tonos de grises cromáticos. Unas pinceladas de ocre oscuro dan las notas de Piotr Ilich Tchaicovsky. Su Sinfonía N° 6 en si menor, opus 74 “Patética”. Le sigue luego una sonata para piano de Ludvig van Beethoven. Un concertista europeo lo plasmó en el registro, mediante un lustroso Stanwey & Sons. Los teóricos de la música suelen aplicar un determinado color o matiz (Matisse) a las piezas musicales, donde “ha alcanzado un punto (por ejemplo, en la sonata antes del signo de repetición, o mejor aún en el scherzo antes del trío)”(1). La terminología técnica es un recurso ante lo formalmente establecido. Y es muy explotada sobre todo en filosofía.




(1) Arnold Schoemberg, Tratado de la armonía (1911)






B)

Una muerte nevada, donde prima la textura. Donde el blanco del cartón ayuda a ver más blanca la pintura, al estilo de Tàpies, donde la síntesis de lo que se narra está reemplazada en la textura, en la técnica de cómo se lo narra. Tiene tesis pero no síntesis.
Si supiese el idioma alemán a la perfección, no podría comprender “Ser y Tiempo” de Martín Heidegger. Es loable el esfuerzo de su gran comentador y traductor al español, José Gaos, quien prefirió escribir todo un libro aparte para introducir Sein un Seit. Esta idea no es nueva y, los autores elegidos como ejemplo no lo fueron a la sazón de regodearme, en el caso de haber tenido que realizar un esfuerzo intelectualista. El mismo Heidegger va a decir que no todos los jóvenes alemanes entienden la “Crítica de la razón pura” del pensador prusiano Immanuel Kant. Sus “sistematizaciones atrevidas” (Johannes Hischberger) han establecido un imperialismo ideológico más peligroso que el dominio político, según lo manifestase así más tarde el filósofo francés Jacques Maritain.


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En la profundidad del sueño se engendra una pesadilla propia de una noche de alucinación. Y un disparador me impulsa a salir de ese sueño compulsivamente, cual si bebiera de un solo sorbo la golosina de una taza de café tibio. Esta golosina era la preferida de Alejandra Pizarnick.
Recuerdo de los recuerdos. Me acordé de que me olvidé... ya es un paso. Digo- que recuerdo haber estado en Moulin Rouge tomando el famoso caffé y, hojeando una revista dedicada a la diosa frivolidad. Y en un artículo corto sobre escritores- si fuese largo no se leería- mencionaba a uno, cuyo nombre se me ha escapado, que “deshacía las palabras para ver de qué estaban hechas”.
Se me ocurre, podría parangonarse al procedimiento opuesto a la dialéctica hegeliana; que, como sintetiza Hans Küng: “si, pero no, pero sí”. Partiendo de la síntesis, la palabra hecha; se la desmiembra y se obtiene la antítesis; y se observa ergo la raíz, la tesis. En otro libro suyo, Küng advierte, como al pasar el peligro que el autor se convierta en un “productor de textos”. Una sospecha para nada irrelevante.


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El sueño era del siguiente tenor:



Había una vez un hombre que intentaba escribir su libro y, nunca podía llegar al fin y al cabo. Al fin de cuentas, el cabo era de infantería, pero no era un infante como él hubiese querido.



Había una vez un hombre que intentaba forjar a su amigo. Cuando escuchó de boca de aquél, sobre la existencia de algunos escritos sobre su mentor, le pidió que los tirara al fuego. Pero él se negó.




Había una vez dos hombres que conversaban mientras caminaban por la calle. Como la conversación se prolongaba, hacían una cuadra a siniestra y, otra a diestra. Cuando se cansaban y agotaban el tema, se daban la mano y, marchaba cada cual a su casa.



Me encuentro aquí y no puedo salir. Me siento atrapado como un perro enjaulado. Todos me dicen lo que tengo que hacer. Nadie me escucha y, nadie me comprende. ¿Qué puedo hacer? No sé.







“Descansa, ojos ladrones,
porque, ¿abiertos qué harían
si aún cerrados roban?”
(Monteverdi, La Coronación de Poppea
Aria de mezzosoprano)


C)

Mi vida onírica ha ido tomando forma en mi cosmovisión. Se ha incorporado a mi ser, a tal punto que puedo sacar de ella imágenes y aromas cual si estuviese en una “humeante cocina y alegre despensa” (Novalis). El profesor de literatura Rodríguez Galli enseñaba que la literatura, entre otras características, es evasión. En mi sueño tengo la posibilidad de reorganizar mis palabras con una total y peligrosa libertad y evadirme de mi realidad Real.

*

Soy el corazón abrumado de Liebermann.
Soy el corazón sensible y humilde, herido por una lanzada, que llora amargas gotas de sangre. Soy el corazón abatido, cansado, agobiado... tanta fatiga me turba cual una multitud enfebrecida.
“Pues busco debo encontrar” reza el himno del breviario y, sólo encuentro desasosiego.
Veo lo que quiero ver y, oigo lo que quiero oír y, recuerdo lo que quiero recordar.
Soy como una caja de resonancia, una cítara templada.
En mí se enciende un fuego abrasador.
La mirada se pierde en la lontananza. Hay una guerra interna, sin tregua ni cuartel.
El invierno crudo me interna en la densidad y obscuridad de la cruz.
“Soy Jano Bifronte, por un lado río, por el otro lloro”.
Y soy una variedad de monarquianismo, un modalismo.
Un imperialismo ideológico, más peligroso que nunca y que antes... “antes de que se pudiera decir antes”.
Soy una dura piedra de diamante arrancada del pecho y, puesto luego un corazón de carne.
Soy el corazón de un hombre.

****

“Deja que corran las lágrimas,
porque las lágrimas que no se lloran
caen como gotas de veneno
sobre el corazón”.
(Massenete, Aria)



D)

Sueño REM: la madrugada del domingo sorprendió mi sueño con una fantasía alegre. En el sopor, le escribía un e- mail a mi amigo Maesè le Pablê, diciéndole que yo había sido convocado por el Doctor Amilcar Funes, a participar del Proyecto Tándar; un programa de investiga-
ción de mecánica de suelos, para colocar los basamentos de una usina atómica vertical. “El varón de mirada penetrante” ve un edificio no muy alto, color ladrillo, con un ventanal que lo atraviesa en su parte axial, de tonalidad azul verdoso. Una especie de plataforma bombardeaba un arco voltaico de gran intensidad. La ménsula se movía hacia arriba y hacia abajo y, podíase ver cual si fuera un ascensor panorámico, con pocos cables debajo.

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Excursus: Max Bruch: Sinfonía N° 1 en Mi Bemol Mayor Op. 28. Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig. Director, Kurt Masur.


In the perspectives to the building, estaba Edward Alasdair a las puertas. Estas se abrieron y vieron desfilar la filosofía de José Ortega y Gaset.

My little friend, me tendió la mano y me invitó a entrar. Patios y pasillos, como en el Palacio de Knosos, donde moraba Asterión.





- Había una vez un cuento que comenzaba con las palabras “ Había una vez”- He said.


- Y había muchos magos que entretenían a los niños con las palabras “abracadabra” y “ábrete sésamo”- He continued explain me.




E)

El final de mi recorrido por el edificio, de la mano de Edward, era una habitación con ventanas amplias que miraban al patio interior, como si algo pudiesen ver. A esta clase de cuartos se les denomina con el apodo de “pecera”. Del otro lado había ventanas menores que daban a la calle, como si algo le pudiesen dar a la acera. Dentro, pude ver con el sentido del soporte mental e irracional de lo que un sueño tiene; tres hileras de bancos de colegio y, detrás- en realidad en el perspectivismo, sobre la izquierda dado que la puerta de acceso daba a la derecha- una pared de estantes llena de libros. En el interior, una sola figura sentada, con los hombros y el rostro erguidos. Alasdair se había volatilizado y, Nacha Guevara, blanca como el mármol. Sobre un escritorio, su obra “Sesenta años no es nada”, pero este libro se encontraba cerrado y boca abajo; aunque no podía comer los papeles diseminados en derredor. Delante de sí estaba abierta, aunque no podía entrarse dentro de ella, la investigación “Geometría Sagrada” de Edgard Lawold y, algunas hojas milimetradas tamaño doble carta. En su mano izquierda tenía un compás y estaba tratando de trazar una planimetría...


Warrum?




El sueño me impulsó a entrar en el cubículo. Y, finalmente entré y ella me sonrió. Su boca, pintada con lápiz labial color rojo fauve. Sentándome en otro banco le dirigí la palabra a esa bella mujer: “al final venimos a encontrarnos aquí, en la biblioteca”. Ella esbozó su reflexión: “y así es que volvemos a los libros. Tal vez nos sorprenda la muerte leyendo en la biblioteca o, recostados en nuestro diván con un libro entre las manos. Pero tampoco sabemos si nos va a atropellar un colectivo a la vuelta de la esquina”. Y rió. Rió como el río. El río de la Plata.

****

Ya no pude verla más. Y se lo hice saber. She said: “A mí tampoco me es posible el hecho de verte, pero es conveniente que así suceda, pues hemos entrado en la empatía del color verde”.


Meine Freude!



Cerrados los ojos y, puesto a mirar para adentro, en el patio interior aparecieron dos ancianos. Se batían a duelo con reglas de acrílico a modo de espadas. Ellos, que los pude reconocer a pesar de la borrosidad de sus figuras, eran Fernando Savater y Ernesto Sábato. Luchaban con valentía, vigor, caballerosidad y galantería. En una estocada crucial voló una regla. Entró por una de las ventanas de la pecera y cayó, tirada por los suelos. Me levanté, la tomé en mi mano y, le dije a Savater que se acercó hacia mí: “caballero, esto es suyo”. Y le entregué su sable.



Are you hear me?


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F)

En la madrugada de las hendijas radiantes que proyectaba el sol, también llamado “Febo”, desperté. Finalmente,
me arrojé de la cama y tomé mi lapicera para seguir escribiendo.
¡Tenía que terminar esa tesis!
Pero, Umberto Eco explica que “tardar más de tres años,
es tener una suerte de neurosis por acabar la tesis”.
En realidad, confieso que la Metafísica puede volver loco a cualquiera.
“Tal vez tenga razón el profesor de semiótica”, suspiré aliviado de mi sueño.


FIN.


Are you understand me, Lector?



Dado en Florida Este, el sábado 9 de mayo de 2.009. “Als Ich Can”



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