martes, 12 de mayo de 2009

Meditaciones Metafísicas IV

Meditación Aislada


por Ariel Kierkegaard



Hacia las cumbres borrascosas de un sueño en el que digo: “¡Buenas noches, me voy a dormir!” puede suceder que aparezca mi amante platónico, y así no ser rechazado. Ser apreciado, valorado y justipreciado; que aunque se parezca apreciado y justipreciado, no son sinónimos. Tampoco son los mismos hechos, el de amar en sueños y amar de verdad. Para escribir esto tengo que hacer un esfuerzo de entrega total. Ya es tarde para mí. Mi amante platónico nada sabe, y nada en sus sueños de medianoche, preparado él mismo, con el cóctel de su medicación más el alcohol. Es este el momento de incomprensión de lo más originario. Como aquel momento que sumió en sueños a Uriel Maeterlinkt, y vio las más fantásticas imágenes de su mundo onírico, que no era empírico. Así es el amor platónico; deseo subjetivo, pero que alcanza su objetivo. ¡Buenas noches, me voy a dormir!


Dado en Florida Este el año 2008.-

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