lunes, 26 de julio de 2010

Para Concurso

¡Feliz Navidad Ingeniero!

Por Ariel von Kleist


“Una venta es una decisión que
toma el vendedor con
la que el cliente está de acuerdo”
(Baret & Sa)


Vivía contando todo. El día anterior su esposa y la otra, que por supuesto trabajaban en oficinas separadas, le dijeron: “¡Cállese la boca Ingeniero! ¿ Por qué no se va a casa a armar el arbolito de Navidad?... de paso me cuida a mis nietos y a los de esta bruja pervertida y corrupta”. Debo confesarte, querido lector, que cómo hacen para convivir en paz los tres en la misma empresa, ni siquiera Dios lo sabe. Pero no importa...
El señor Kirzner se había desayunado con un vaso colmado de Güisqui, y las estupideces que estaba diciendo colmaron la paciencia de sus mujeres.
En la víspera de la Navidad, sentado en un cómodo sillón de odontólogo que, equivocadamente el cadete compró para su despacho, reunió a todos sus nietos y les dijo: “Esta misma noche, cuando las tres agujas del reloj de péndulo pasen por las doce, vendrá Papanuel con el deshollinador a traerles muchos regalos...” Los infantes rieron: “Mentira abuelo” le dijo Josesito... “Si donde había una chimenea pusiste un tiro balanceado” . El más pequeño, Juan gritó: “¡Quero una pistola para empezar a los tiros!” Y la más ubicada, Agustina, explicó: “Abu... contáles a los nenes que yo ya no creo en Santa Claus.” El Ingeniero se puso colorado, y encima, con la barba canosa, parecía una mezcla de Papá Noel con el Patriarca de los pájaros. Quiso cambiar de tema: “Había una vez una vaca en la quebrada de Humahuaca...” “¡Huácala!”, rieron los chicos a corito. Fue entonces que sonó el timbre. “Sonamos”, pensó el viejo. Fue a atender la puerta. Era el cadete. “Ingeniero, usted me dijo que pagaba el pedido de la juguetería con American Express, pero su esposa me dice que me firme un cheque al portador y encima su secretaria le gritó y me mandó a buscar la Martescard Gold... ¿Qué hago?” Los chicos, que escucharon todo se desternillaron de risa. “¡El papel del pavo!” Y el viejo le cerró la puerta en la cara.






Uriel Urs von Balthasar

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