viernes, 24 de octubre de 2008

Flores robadas de los jardines de Martínez

Flores robadas de los jardines de Martínez


Lo que Tarquino el Soberbio
daba a entender con las amapolas
de su jardín, su hijo lo comprendió,
pero no el mensajero.
Hamann


Aleph



“Según Valerio Máximo, cuando el hijo de Tarquino se hubo apoderado de Gabies, envió un mensajero a preguntarle a su padre qué debía hacer. Tarquino, que desconfiaba del mensajero, lo llevó a su jardín, y, sin decir palabra tronchó con su bastón las amapolas más grandes”. Este acto es un hecho cierto en algún sentido de la palabra. Su sentido secreto debe encontrarse en este relato. El trato, amigo lector, es que te vayas hundiendo en la trama, asido de una rama. Para no caer, para no desfallecer, hay que saber ver. Y es que en las visiones nocturnas nos asalta la alborada. Entonces Edgard se levanta demasiado temprano de lo común, de lo habitual, y, rodea las manzanas sin poder comerlas, porque son cuadras.
Caminando lentamente y transitando el tiempo, de pronto ve el jazmín del país. Lo arranca con la mano y piensa en obsequiarle a su madre un pequeño ramillete.
Cuando el protagonista de El Tambor de Hojalata, Oscar, del autor Günter Grass, envía a su amigo y enfermero, Bruno Münstenberg a comprar una resma de quinientas hojas de papel virgen; para tomar una pilita de diez, y, así comenzar su informe in-forme... surge, surge, espontáneamente la pregunta: “¿Cómo empiezo?”(1). Y, la respuesta viene a ser algo tan espontáneo como la pregunta misma. Solucionar, antes que nada, El Problema de La Hoja en Blanco. (2)


(1) Grass, Günter. Die Belshtrommel. 1959, Hermann Luchterhand. Verlag Darmastadt und Neuweid. Quinta edición, diciembre de 1998. Pág. 13.
(2) Ver Blog “El Dilema de La Hoja en Blanco”. http://www.arielvonkleist.blogspot.com/

En el primer borrador de este relato, me venía a la cabeza una pregunta más radical todavía: ¿Qué escribo? Y, tengo entre mis manos un voluminoso libro que alcanza las un mil doscientas cuarenta y dos páginas. Evidentemente, su autor tenía algo que decir. Modestamente.
Y, cuando compré esta resma A4 que estaba de oferta para redactar el manuscrito, siguiendo la ilusión ilusa de escribir una novela larga, después del placer de leer hasta la mitad a Henry James (3) ; y, como aquel cuento “pesado e inglés” según lo adjetivara Moisés Jelin (4) ; y, digo, que la hojarasca se diversificó en apuntes de conferencias y bocetos de dibujos, y, las interminables notas sobre la analítica existenciaria del “ser-ahí”(5) siguiendo el hilo conductor de Martín Heidegger, etcétera.
Hasta que cayó en mis manos el diario, con un artículo e invitación a la conferencia de presentación de un libro, cuyo autor no retengo- le he dejado ir- en estas líneas que tienen “más onda que un renglón”. (6)
El tema: escritores y artistas europeos, donde se intenta llevar a cabo un análisis literario, sobre aquello que se dio en llamar “papeles privados” de esos intelectuales. Son notas muy personales.
Y, precisamente, el título del presente texto no revela todavía lo que la trama promete. Tal vez hubiese de ver el revés de la trama.





(3) James, Henry. The portrait of a Lady. New York 1908, Pág. 542
(4) Jelin, Moisés hace alusión a mi cuento “Ausencia”. Inédito.
(5) Heidegger, Martín. Sein und Zeit. 1927, Max Neiemeyer Verlag. Tubingen (antes -Halle). 1951. Fondo de Cultura Económica. México. Buenos Aires. Todtnauberg, Selva Negra, 8 de abril de 1926, Pág. 471
(6) Expresión de la Licenciada Adriana Karlóvich.



Los Documentos Privados no debieran llamar la atención de aquél lector curioso, que los descubre tan solamente en un pequeño esfuerzo por leer esto que está ante sus ojos, y, superar con paciencia y tolerancia este exordio, que para colmo tiene dos comienzos; donde la digresión parece ser la nota dominante y disonante, como el coro que interpreta un motete de Oliver Mesiaën. Quaestiones Disputate.
Pero, ¿a dónde voy a parar con esta argumentación enloquecida y febril? Estoy presuponiendo el paso del tiempo, que haga caer en el olvido, el hecho cierto que fueron robadas unas Hortensias de uno de los jardines de las mansiones de Martínez. El perpetrador no tenía dinero, era bohemio. Y quería obsequiarle a su amada esa flor, para que no hubiese mujeres que se casaran, al habitar la casa donde se plantasen las flores robadas. El seductor platónico deseaba a su amada inmortal en su mente. Pero la quería ver a ella soltera y también a sus hermanas. Era como un capricho infantil. Un sortilegio. Un conjuro mágico. Porque Edgard había roto su compromiso con Regina Ambassador, y, en su furia celosa, no permitiría que otro la tuviera por esposa.

· Excursus: Orlando furioso arrojó su espada al abismo insondable de la nada. ¿Por qué en la profundidad se da la nada y no más bien algo? Así preguntaría Martín Heidegger con su sistema filosófico invertido.
· “Se sabe que existe una sabiduría secreta. Pero no se la conoce. Y por eso, se supone que es extraordinariamente profunda”. (Umberto Eco).













Beth



“Escribes ¿para quién?
Escribes para los muertos, para aquellos que amas en el pasado.
¿Me leerán pues?
No”.
Kierkegaard



Amigo lector. Estás abriendo el sentido de este libro que te introduce en el conocimiento de algo.
La magia de las palabras.
“Había una vez”un cuento que... comenzaba con estas palabras.
Y, había muchos magos que entretenían a los niños
con las palabras ¡ Abracadabra!
Ya has abierto este libro...estás inmerso en él.
Asómate al abismo insondable del silabeo de las palabras.
¿Se encontrará su sentido mágico?
Interrogación: Introyección.



****


Trama en sí. Si bemol mayor. Opus Dei. Nr. 4

“Una rosa es una rosa, no se plantea la cuestión de ser cualquier otra cosa. Y la flor de loto es la flor de loto. La rosa no intenta convertirse en una flor de loto, y la flor de loto nunca intenta convertirse en una rosa. Por tanto, no están neuróticas. No necesitan psiquiatras ni psicoanálisis”. (Osho, El libro del hombre, Editorial Debate S. A. Copyright 1996, Osho International Foundation, pág. 28).



· Edgard llegó a su humilde morada, y, depositó las Hortensias en un envase de vidrio lleno de agua, con piedras multicolores en el fondo. Feng Shui: Fuego.
Dijo: “no es que estoy triste, yo soy la tristeza en pinta”. Y rompió a llorar. Luego escuchó una voz lejana cual un murmullo de capullo:
“Deja que corran las lágrimas. Porque las lágrimas que no se lloran, caen como gotas de veneno sobre el corazón”. (Massenet).
Edgard abrió sorprendido la persiana. Y, más sorprendido aun, vio a un sacerdote asomarse a la parte exterior de la ventana. No hace falta mucha descripción: un hombre alto, de aspecto prolijo como si acabara de darse un baño, de mediana edad, y vestido con sotana negra.
“Hijo- dijo- ¿porqué has robado las Hortensias de mi madre? Te he seguido hasta aquí y noto que estás compungido”. Acto seguido se presentó: “Soy el Padre Uriel Maeterlinckt”.
“Padre, lo siento... pero... no sé que decir”.
“¿Y no quisieras obsequiarle esas flores a La Virgen? Ven a mi Parroquia. Allí te encontrarás una réplica de La Virgen de la Sonrisa; donde se arrodillara Santa Teresita de Lisieux, para pedir luz, antes de comenzar a redactar “Historia de un Alma”; para que El Señor guiara su mano, y, no escribiese nada que no estuviera conforme a su voluntad”.
“Iré cuando se aplaque mi ira”.
“La ira, como la Dies irae, engendra la violencia. Pero ten paciencia, y, en la medida en que devuelvas Dios te perdonará”.



El paso del tiempo cicatrizó las heridas de Edgard. Y, al fin, cuando llegó a la Parroquia San Ildefonso, se encontró con que había mucha gente en la puerta, bien vestida. Una paquetería. No lo esperaba. Pensaba que habría un casamiento. Y continuó pensando como el “bajo continuo”. Hablando para sus adentros: “Lo lamento, pero cuando se dan estos eventos, la mayoría lo hace por la fiesta y el vestido largo”.
Sin embargo, fue hasta la Capilla del Santísimo. Hizo la genuflexión. Ahí estaba la imagen de María, resplandeciente de blancura. Le rezó una “Salve”, y depositó las flores a sus pies.
Se quedó unos momentos en un silencio relativo, ya que las personas que estaban en la nave principal del templo, hablaban animadamente. Pero había en el aire un sonido de violines afinándose. Esto lo descolocó. Se sobresaltó al reconocer la voz del P. Maeterlinckt, emitida por el micrófono del ambón. El sacerdote estaba presentando un concierto de música Sacra, cuidándose muy bien de diferenciarlo de la música religiosa.
Murmullos y un pedido de apagar los teléfonos celulares. Comenzó un canto procesional de Las Misiones Jesuíticas; luego un motete y misa. Como los autores escribieron las partituras in major Gloriam Dei, los autores permanecen anónimos.
La música lo regocijó. Lo llenó de consuelo. Cuando se dio vuelta como para retirarse, se encontró otra vez con el presbítero. Él, sin pronunciar palabra alguna, extendió sus brazos en forma de cruz. Y, ambos a dos se fundieron en un abrazo. Y así es que se archivó el caso. ¡Pero que conste en actas!
· Cuando llegó el ocaso, Edgard comprobó en la praxis, que se había difuminado el eclecticismo que este relato acosaba todo su entorno y ornamentación exuberante en la construcción de palabras. Música y Palabras. Construcción de la Imagen.

Ya no se encuentra su sentido mágico,
sino una purificación del hecho trágico.

Da Capo al Fine.

Uriel Würdigen, dado en Florida Oeste, el día 13 de Octubre del Año del Señor de 2008. Para perpetua memoria. “Als Ich Cann”.

2 comentarios:

Edgard Alasdair dijo...

Me encuentro halagado de ver tu cuento en un nuevo blog...I should do the same, my little friend...Hope u my best wishes. Alasdair.

Ariel von Kleist dijo...

Edward meine Freude:
Ya me parecía un fraude
tu silencio.
Si bau plë,escríbemë.
I Think en publicar todos los cuentos hasta ahora terminados. Pregunta:
¿Será verdaderamente de tu agrdo?
I don´t kmow... en q terminará.
Wir sage dir Dankt.
Ariel